martes, 28 de abril de 2015

Dándole otro significado al AMOR



  "La estoy viendo desnuda soñando con paisajes en su pelo.
 Acariciándose el hombro derecho con su mano izquierda, diminuta y fría. Pensando en lo que quiso perder y lo que le hizo ganar. Preguntándose con una mueca en los ojos dónde se quedan todos esos besos que dos personas unidas más allá del sexo, un día sin más argumentos, dejan de darse.
 La estoy viendo y ella no me está viendo a mí.
 Está de espaldas a mi mundo, paseando descalza sobre la escarcha que encuentra al salir de su cama.  Pisando los cristales que anoche no eran más que lágrimas inocentes, confusas entre el sabor a miedo y a fatiga. A la desesperación del que quiere vivirlo todo y nunca encuentra la salida de emergencia.
   La estoy viendo y sé que es ella porque se ríe.
 Ausente y risueña tararea al último de la fila. Baila sola en la cocina mientras se calienta el café y la habitación se llena de color a otoño. Se mira en el reflejo del microondas y se acuerda de las luces de neón que hay en esos bares donde nunca ha perdido lo que no quería encontrar y que sólo existen en las películas que no ve con nadie."



   "Le quise como se quieren las cosas que nunca serán tuyas. Un porsche en el garaje, un mar en la ventana, un viaje solo de ida a Nueva Zelanda. Le quise como se debe querer, con ese miedo anclado en el pecho de que esta vez el truco saliera mal. Le amé con todo mi miedo. Si amas sin miedo, no amas realmente. Yo siempre, desde el primer día tuve pánico a perderle. La primera vez que le vi temí que al acercarme un poco más dejara de ser él para ser otro. Porque en mi cabeza antes de que él existiera ya le había dibujado tal y como estaba delante de mis ojos aquella noche. Y a cada paso que daba para acercarme tuve miedo a parpadear por si ya no estaba. Y cuando por fin parpadeé, tuve miedo a cerrar los ojos por si al despertar solo era un sueño. Y cuando los abría y le veía tenia miedo a tenerlos abiertos porque la realidad es que algo tan bonito solo podía soñarse y los cerraba de nuevo. Y también le veía. Y durante mucho tiempo no sabía si estaba despierta o soñando, si era real o mentira, si me lo acabo de inventar o existía porque si, porque a veces la magia existe. Pero nunca me quité el miedo de encima. Porque temer perderle era mi modo de amarlo. O porque ese miedo terrible era el único modo de amar a un hombre como èl..."



   "Sigues siendo precioso, pero ya no te quiero tanto como cuando éramos posibles. Voy a ser egoísta: me quiero más a mí misma, y mi felicidad es más importante que la necesidad de que vuelvas. Hay cosas, incluso personas, que se van para no volver nunca. Tú te fuiste. "Nunca" es demasiado tiempo para saber qué hay cuando se termina. Pero sigues siendo precioso. Yo a veces te miro, echo la vista atrás y te busco, estabas entre la gente, perdido, con la cabeza gacha, anhelando que alguien pusiese fin a tu frío. Me he dado cuenta tarde de que dos no pueden amarse con el pretexto de salvarse del mundo. Amar así es un barco intentado navegar en medio de la tormenta perfecta. ¿Puedes imaginártelo? Nosotros nos quisimos de esa forma, tratando de hacerlo bien, sin saber que cuando personas tristes se juntan a ninguna de ellas se le ocurre escribir un final feliz para su historia. Te hará feliz otra, en otra ciudad, quizá mañana. Si me permites un consejo: no tengas prisa. También aprendí tarde que cuando una intenta construir una relación rápido, al final las piezas no encajan: los sentimientos. Es una pérdida de tiempo buscar, olvidando que además debemos dejar que nos encuentren. No es lo mismo. Tú buscabas en mitad de la gente, perdido, con la cabeza gacha, anhelando el fin de no sé qué invierno; pero no te dejabas encontrar por nadie. Yo te encontré, no obstante. Fui valiente, o gilipollas, y sigues siendo precioso, pero ya no te quiero tanto como entonces. Algunos días, como hoy, vuelvo a sentir tu frío. Nunca es demasiado tiempo."