lunes, 25 de febrero de 2013

No temo a la soledad, solo a tu ausencía.

 Me quede quieta observando como las manecillas se movían,
rebotaban en su intento por avanzar, como aquel reloj viejo y desgastado
yacía en mis manos entrelazadas sujetándolo,
meciendo su maquinaria apenas ya suelta por el golpe...
En cuestión de instantes cuando mis pupilas dirigían su incesante avance,
sin darme cuenta el único que ya contaba los segundos era mi corazón,
que contuvo el aliento,en tres milésimas lo soltó de golpe y caí en la cuenta que aquellos dos minutos fueron incluso mas infinitos para otra persona en algún otro lugar, o apenas fracciones de tiempo roto como un chasquido...





Dicen que cuando la soledad te invade sientes temor, sientes angustia, sientes vacío...
Abro los ojos en la claridad de las farolas a cada media hora de mis sueños, mis manos mecen mis cabellos y entre tanto solo los supliría por un despertar de tus caricias en cada rincón de mi cuerpo.



Últimamente se me hacen eternas las noches, noches de incertidumbre de preguntas sin respuestas de idas y venidas de pensamientos incorrectos porque ya que no se lo que siento, o quizás no tengo tan seguro lo que quieres que sienta, y solo tengo miedo a enfrentarme a la realidad sin tus versos pero siempre tu, tú haces que pierda el ritmo de Morfeo. Ahora no temo al vacío, no temo sentirme ahogada por el sufrimiento, porque se que te tengo para contarte todos mis miedos.
Hoy son mis pupilas las que añoran tus dulces besos, las correcciones de mi tecleo esas que tantísimo echo de menos y como colocabas muebles en mi cabeza, por tamaño y color. Hoy soy yo la que desempaqueta recuerdos y te dedica mis suspiros cuando Abro los ojos en la claridad de las farolas a cada media hora de mis sueños...